Damos gracias al Señor por su misericordia por las maravillas que hace con los hombres. Ha envíado a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes.
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Comenta San Bernardo: “Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes Junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes”.
Quiénes son los ángeles?
La Iglesia nos enseña: Catecismo de la Iglesia católica 330
En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).
Nunca nos sentiremos solos si acostumbramos a tratar a ese amigo fiel y generoso; el angel une su oracion a la nuestra y la presenta a Dios.
Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados.