Queridos amigos,
Hemos llegamos ahora a las puertas de la Navidad. En la misa de medianoche en el Evangelio encontraremos a los ángeles cantan: “Gloria a Dios en lo alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad“ (Lc2,14). Este niño es nuestro Señor, el Príncipe de la paz que vino a hacer su morada entre nosotros (cf.Gv 1:14) y es por eso que unimos nuestra alegría a la de los ángeles.
¿Cómo podemos recibir al recién nacido Príncipe de la Paz, tan pequeño e indefenso que no puede asustar a nadie? La Iglesia celebra su cumpleaños no sólo el día 25, sino también para los ocho días siguientes, con el fin de entender mejor la importancia de cada detalle del nacimiento de Jesús. Para este propósito, la liturgia de estos días se detiene, día a día, en cada aspecto del misterio de la Navidad del Señor. Leemos entonces la llegada de los pastores, la venida de los Magos, la Presentación en el Templo y la huida a Egipto.
En este año especifico debemos embarcamos en la cruzada del Rosario por la paz, una paz para solicitar y, si Dios quiere, para obtener, en nuestros corazones, en las familias y en el mundo entero. La octava de Navidad se ofrece por lo tanto como una gran oportunidad para meditar la venida de Jesús teniendo en cuenta los Misterios Gozosos del Santo Rosario, todo tal vez delante del pesebre. En esta meditación seremos llamados al hecho de que la última causa de la alegría cristiana es la misma que entra en el mundo de Dios. Acompañamos a la Virgen María, que testifica sobre todo estos eventos, y pidámosle de susurrar en los oídos de Jesús recién nacido nuestras oraciones.
Nosotros, por nuestro canto, vamos con el corazón a la gruta de Belén y presentémonos a ella como los pastores que llegan “pronto” (Lc 2:16) para recibir al Señor. Imitemos el buey y el asno que se reúnen en torno a Él para que se calentarlo. Por último, arrodillémonos, como los Magos, en adoración a Dios hecho hombre en medio de nosotros. De esta manera, vamos a tener un encuentro verdadero con el Señor que dará sus frutos en el próximo año.
Las Misioneras de la Divina Revelación les deseamos una Feliz Navidad. Que la Virgen de la Revelación, ponga sus ojos sobre ustedes y los cubra de paz y bendiciones en el nuevo año vamos a vivir.
Dios nos bendiga
Y la Virgen nos proteja