Terzer día de la Novena de Navidad. 18 de diciembre

Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley: ven a librarnos con el poder de tu brazo.

Hoy, en esta invocación tan hermosa, exclamamos,”Oh, Adonai”. La palabra “Adonai” al principio de esta antífona es algo de maravilloso. Esta expresión se usaba en la liturgia judía para nombrar el tetragrammaton divino YWHW que no debía pronunciarse. Es una palabra que significa “Señor”, de hecho, significa literalmente “mi Señor”. Implica una experiencia de relación, de amor y obediencia que une a Dios y al hombre. La referencia al fuego de la zarza ardiente que arde y no se consuma, alude al encuentro con Dios que es el Amor, un amor ardiente, apasionado que, como la zarza, nunca se consuma.

Adonai significará hoy para nosotros que Dios es el nuestro todo. De hecho, decir Señor, significa afirmar que Dios ha tomado la iniciativa en nuestra vida y que Él es todo para nosotros y que queremos ser totalmente suyos.

¡Ven Jesús! Maranatha!

Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

MAGNÍFICAT

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

Oración
Concede, Señor, a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Hijo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.