El 26 de este mes de julio, se celebra la fiesta de los abuelos de Jesús, los santos Joaquín y Ana y, por lo tanto, queremos hablarles de una hermosa parroquia romana que, desde 1898 está bajo la custodia de los Padres Redentoristas: San Joaquín en Prati.
Cuando en 1878, con la construcción del puente Ripetta, el barrio de Prati comenzó a poblarse, se erigieron tres iglesias, una de las cuales, en homenaje al Papa León XIII (Joaquín Pecci), se dedicó a San Joaquín. La iglesia fue ofrecida como obsequio al pontífice por numerosos países de todo el mundo, incluidos 14 que se destacan por su contribución: Argentina, Irlanda, Holanda, Bélgica, Italia, Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Polonia, Baviera, Portugal y Brasil.
Cada uno de estos países que acabamos de mencionar tiene, a lo largo de los pasillos laterales, su propia capilla nacional. Ya desde la fachada de la iglesia se puede entender la razón que guía su realización: la adoración eucarística de reparación que hace el mundo católico. Esta reparación, muy deseada por el Papa León XIII, encuentra su lugar favorito en Roma, en esta iglesia. De hecho, el ático a lo largo del entablamento, creado por la Sociedad Veneciana de mosaicos, representa la adoración eucarística ante la cual se arrodillan cinco mujeres que representan los cinco continentes. El mosaico está flanqueado por cuatro estatuas de santos particularmente eucarísticos: San Alfonso María de Ligorio, Santa Juliana de Lieja, San Tomas de Aquino y Santa Clara de Asís.
Al levantar de nuevo la mirada, nos encontramos con la admirable estatua de San Joaquín con la Santísima Virgen María niña, detrás de la cual se encuentra el suntuoso mosaico del tímpano donde dos ángeles arrodillados adoran al Santísimo Sacramento. Finalmente, la majestuosa cúpula estrellada culmina con un ostensorio para reafirmar la identidad de este lugar destinado a la adoración eucarística de las naciones católicas.
Al pasar por el hermoso atrio sustenido por seis columnas corintias, se comienza a notar la cooperación extraordinaria entre las diversas naciones para la realización de esta empresa. Las bases en granito rojo de Baveno, las paredes cubiertas con mármol pirenaico oscuro, el piso hecho con mármol de la ciudad de l'Aquila, las puertas de cedro del Líbano, las columnas que flanquean la puerta central en mármol rosa de Rusia. Como se mencionó, un regalo de los hijos para el Papa y la Iglesia.
Una vez que se entra por la puerta principal, la magnificencia de la iglesia es impresionante. Las numerosas decoraciones de pared en mármol, mosaico, frescos, cinceles llaman la atención. El presbiterio está coronado por la encantadora cúpula que muestra su cielo estrellado salpicado de estrellas sobre un fondo azul. Sin embargo, el corazón decisivo de la decoración de esta iglesia es el altar de mármol rojo de los Pirineos que presenta en el centro una cruz junto con los escudos de metal dorado de León XIII. Veinte rondas verdes de malaquita se colocan al lado del precioso tabernáculo en forma de templo que coopera a dar prestigio al altar. Detrás, la escalera de mármol rojo de Levante conduce al lugar donde se encuentra el trono para las solemnes adoraciones eucarísticas donadas por Francia y compuestas por cuatro grandes ángeles blancos, dos con candelabros en sus manos y otros dos de rodillas sosteniendo una banda con la inscripción: “Corazón Eucarístico de Jesús, ten piedad de nosotros”. La decoración de la pared del ábside es un maravilloso fresco hecho por V. Monti en el que Jesús entronizado ofrece el cáliz y la Santa Comunión para la adoración.
Todo en esta iglesia esta enfocado sobre la importancia de la adoración eucarística: el encuentro con ese corazón palpitante que espera a los hombres de todo el mundo para darle Su amor. Un amor que cada miembro de los fieles está llamado a derramar sobre su prójimo. Y esta iglesia también da testimonio de un hecho de considerable importancia. Durante la Segunda Guerra Mundial, desde noviembre de 1943 hasta junio de 1944, cuando el ejército alemán ya había recibido la orden de asaltar monasterios y conventos en busca de judíos o disidentes, el párroco de la iglesia de San Joaquín, Don Antonio Dressino, asistidos por la hermana Margherita Bernés, el ingeniero Pietro Lestini y la hija de este, Giuliana, idearon un método para salvar a sus hermanos. Estos estaban amurallados vivos entre la bóveda de cañón de la iglesia y el techo a 50 m del suelo y un pequeño rosetón, que solo se abría cuidadosamente por la noche, para proveerles las necesidades básicas. Con la ayuda de Dios, las quince personas presentes allí fueron salvadas. Entre ellos también había tres judíos. Esta noticia significó que el sacerdote, la monja, el ingeniero y la joven recibieron el título por Israel de Justo entre las Naciones.
Rezamos para que esta hermosa parroquia romana nunca deje de ser ese trono de adoración donde los fieles unánimes imploran: "Corazón Eucarístico de Jesús, ten piedad de nosotros".