El ejército de la esperanza

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Del 4 al 7 de julio la ciudad de Roma fue partícipe de algunas espléndidas escenas que han testimoniado la esperanza de la Iglesia Universal. “El ejército de la esperanza” – seminaristas, novicios y todos aquellos que se encuentran en discernimiento vocacional- llegaron a la capital de la cristiandad para hacer una peregrinación en este Año de la Fe, con el Santo Padre Francisco.

Son muchos los que, de todas partes del mundo y unidos por el Espíritu Santo, han representado los diversos carismas de la Iglesia y han dado su testimonio visible. Fue edificante ver como la Vía de la Conciliación estaba llena de seminaristas y religiosos que cantaban en procesión hacia la Tumba del Apóstol Pedro en la alegría de haber dicho SI a la llamada del Señor, precisamente como hace 2000 años lo hiciera Pedro.

En estos días los participantes dieron su testimonio de haber dicho “SI” al Señor, de su miedo, del coraje que esto comporta, en fin, de la alegría que la respuesta a la llamada de Cristo da a la vida.

El sábado 6 de julio hubo un encuentro con el Santo Padre Francisco que ha dado sus consejos y ha hecho importantes observaciones sobre cómo se debe seguir y dar testimonio del Señor en este Tercer Milenio. El Papa Francisco ha hablado de la alegría, de la autenticidad de la misión cristiana, de la importancia de la oración, de la lógica de la Cruz y de la misión de la Iglesia.

El Santo Padre sostiene que la alegría de las vocaciones nace de un encuentro real con Cristo, “cuando uno se siente amado por Dios y reconocemos que Él nos llama”. El Papa Francisco continúa diciendo que la “alegría, la verdadera alegría, es contagiosa” a la vista de aquellos que viven en torno a nosotros y ésta es la alegría que es necesaria hoy para ser heraldos del Evangelio. Además, el Santo Padre agregó que los religiosos deben ser auténticos y estar en grado de predicar el Evangelio simplemente en su vida ordinaria y sólo si es necesario “usar las palabras”. Los ha también invitado a ser libres de cualquier apego material y no estar detrás de la última moda, sino al contrario, hay que ser pobres para escuchar el llanto de “Cristo pobre” que resuena en la vida de los hombres y de las mujeres a los que les faltan los bienes de primera necesidad. Incluso ha recordado a cada el poder de la lógica de la Cruz que nunca se ha despegado de la consolación que el Señor da a aquéllos que viven en la dificultad y en el dolor. El éxito de la misión de la Iglesia no puede ser medido en términos humanos, sino solamente a través de la lógica del amor.

Según el Romano Pontífice, por lo tanto, la Iglesia debe ser misionera y no estar precisamente “tranquila”. Llamando a cada uno a descansar en la oración, el Papa Francisco nos ha también recordado que la evangelización “se hace de rodillas”. Debemos estar verdaderamente unidos a Cristo en la oración para llevarlo a los otros. Isaías proclama “Consuelen a mi pueblo” (Is 40, 1) y en tal modo hoy las personas tienen necesidad de que los religiosos, que nosotros religiosos “testimoniemos la misericordia, la ternura del Señor que calienta el corazón, que alienta la esperanza, que jala hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!”.

Preparando a todos los participantes a rezar la oración mariana del Santo Rosario el papa ha invitado a todos a tener a ésta una gran devoción y a seguir el ejemplo de san José que ha tomado a María en su casa. Y él es modelo de cada vida consagrada. El Santo Rosario se rezó de acuerdo a las intenciones del Sumo Pontífice en los bellísimos Jardines Vaticanos pasando frente a la magnífica réplica de Lourdes que se encuentra en el corazón de estos jardines.

En el Evangelio el Señor nos invita: “pidan al dueño de la mies que mande operarios a su mies” (Mt 9, 37-38) y mirando a este “ejército de la esperanza” es claro que, como ha hecho hace 2000 años, el Señor está todavía llamando a centenares de jóvenes que están respondiendo “SI”. Ellos son el ejército de la esperanza, porque son signos visibles de que el Señor está enviando operarios a Su mies para continuar llevando el mensaje de la esperanza de Cristo en todo el mundo.