La solemnidad del Sacratísimo Cuerpo y Sangre de Cristo o más simplemente definida como Corpus Domini se celebra en la Iglesia Católica el jueves posterior al Domingo de la Santísima Trinidad o se traslada al domingo siguiente. La solemnidad fue instituida para honrar la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento, además apoyada y alentada por los numerosos milagros eucarísticos de los que brilla la historia de la Iglesia. En concreto, recordamos las visiones de santa Juliana de Mont Cornillon y el milagro de Bolsena, que serán especialmente decisivas para el anuncio de la solemnidad.
La visión de Santa Juliana de Mont Cornillon
Santa Juliana (1193-1258) fue muy devota del Santísimo Sacramento desde temprana edad y siempre había querido una celebración especial para celebrar su grandeza y resaltar la presencia de Nuestro Señor en el Sagrario. A partir de los 16 años, Giuliana comenzó a tener una visión que se repitió varias veces en su vida. La joven vio una luna llena brillante, pero tenía una mancha oscura. Una vez, durante la visión, el Señor la ayudó a comprender su significado. La luna representaba a la Iglesia y esa mancha oscura simbolizaba la falta de una gran fiesta litúrgica en honor al Santísimo Sacramento. Santa Juliana confesó la visión al obispo de Lieja Robert de Thorete y a Jacques Pantaléon, el futuro Papa Urbano IV. El obispo de Thorete quedó muy impresionado por esta petición del cielo y en 1246 convocó un sínodo que autorizó la celebración de una fiesta dedicada a Nuestro Señor Sacramentado – Corpus Domini – que se celebraría en su propia diócesis desde 1247.
El milagro eucarístico de Bolsena
Don Pietro da Praga se había vuelto muy incrédulo en su amor por la Eucaristía y había desarrollado varias dudas sobre si ésta era el verdadero Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor. En 1263, mientras celebraba la Santa Misa en la Iglesia de Santa Cristina de Bolsena, al partir el pan, la preciosa Sangre de Nuestro Señor comenzó a manar del mismo, manchando los manteles del altar, el corporal e incluso el suelo. El Papa Urbano IV, que entonces residía en Orvieto, ordenó que los lienzos, impregnados con la preciosa sangre del Divino Redentor, fueran llevados a la Catedral de Santa María Asunta de Orvieto, donde aún se conservan hoy.
Proclamación de la fiesta del Corpus Domini
El 11 de agosto de 1264, el Papa Urbano IV publicó la bula Transiturus de hoc mundo en la que, después de haber exaltado el amor de Nuestro Señor Jesucristo expresado en la Sagrada Eucaristía, ordenaba la celebración anual de la solemnidad del Corpus Domini para la Iglesia Universal. A continuación, la bula preveía diversas indulgencias para los fieles que participan en la Santa Misa y el Oficio. Con motivo de la institución de esta hermosa solemnidad, Santo Tomás de Aquino se encargó de redactar la solemne liturgia que aún hoy la distingue.