¿Donde? Vayamos bajo tierra a consultar el primer archivo historico de la Iglesia para revivir el mensaje auténtico del credo de los primeros cristianos. Bajémos a las Catacumbas de Priscila, situadas en la calle Salaria en Roma.
Catacumbas: “katà kumbas”, literalmente “tomado de inclinacion”.
atacumbas: lugar del reposo. Los primeros cristianos para indicar los sepulcros, usaban un término extraño al vocabulario pagano, que usaba la palabra “necropoli”, “ciudad de los muertos”. Los primeros cristianos usaban la palabra “coemeterium”, de la cual derivo la palabra “cementerio” para indicar el “lugar del reposo” en la espera de la resurrección.
En las catacumbas de Priscila, encontrámos la imagen más antigua de la Virgen, confirmada por el estilo pompeiano primitívo, que nos indíca que es del final del siglo II o el inicio del III. La Virgen esta representada con el niño sobre sus piernas y junto a ella está un hombre que en la mano izquierda sostiene una rótulo y con la mano derecha señala una estrella, el asterisco. El hombre es el profeta Balaam, del cual se habla en el Antiguo Testamento en el libro de números. Balak rey de Moab, para deterner la marcha del pueblo de Israel hacia la Tierra prometida después de la salída de Egipto, pretendía un movimiento en las potencias magicas y de ese modo atraer maldiciónes para Israel.. para lograr este maligno proposito, Balak llamó al celebre adivino Balaam, hombre de conciencia recta y de buena fe, que en las manos del verdadero Dios, Blaam se convirtió en profeta y no logró maldecir a Israel.. de hecho, cada véz que se proponía de maldecirlo, de su boca salían solo palabras de bendición. Después del tercer intento de maldición fallído, Balaam comprendió que el Señor se complacía del pueblo de Israel, y lleno del Espiritu de Dios, profetizó: “Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel…” (Nm 24,17). En esta profecía esta simbolizada la espera de la libertad en la Antigua Aleanza. Pero también la imploración de una humanidad que ve en el niño el Mesias esperado por siglos.