En el 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús que será el próximo 15 de octubre hemos decidido dedicarle a ella, virgen y doctora de la Iglesia, un artículo en nuestro boletín. Santa Teresa de Jesús o mejor conocida como Santa Teresa de Ávila, fue la reformadora de la orden de los carmelitas. Su conversión, bastante tardía, es una de las más famosas entre los santos y nos recuerda que nunca es demasiado tarde para ponerse al servicio total y definitivo del Señor. Famosa en todo el mundo por sus obras espirituales entre las cuales encontramos “La morada interior”, “Camino de perfección” y su autobiografía. Ésta última es particularmente importante por la obra que vamos a describir porque será la base sobre la que desarrollará su obra uno de los más importantes artistas italianos: Gian Lorenzo Bernini.
El éxtasis de Santa Teresa (1647-1652) es considerada una de las obras maestras del arte barroco. Realizada en el siglo XVII por Gian Lorenzo Bernini para la capilla Cornaro de la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma.
El grupo escultóreo enteramente realizado en mármol, de Santa Teresa de Jesús y el ángel, se erige por encima del altar del transepto izquierdo de la iglesia. Esta obra se encuentra ubicada en un nicho que custodia perfectamente la intimidad del momento de éxtasis de la santa y no permite a otros elementos distraer al observador de la acción mística.
En esta obra la santa es representada en uno de los momentos de éxtasis más importantes que el Señor le concedió. Un ángel le traspasa el corazón con una flecha y la hace aún más desbordada del amor de Dios. La estatua de la santa parece permanecer suspendida sobre unas nubes elaboradas también en mármol. La maestría en el uso del mármol de parte de Bernini es aquí indiscutible. El cuerpo de la santa, totalmente poseído en el éxtasis, se deja llevar en este momento de extrema intimidad con el Señor. La cabeza de la santa, totalmente inclinada hacia atrás, nos hace recordar al de Jesús en la Piedad de Miguel Ángel, mientras su mirada absorta revela los dulces placeres de los cuales el Señor ha desbordado su alma.
La luz que proyecta este grupo escultóreo deriva de una apertura sobre la estatua que permite a los rayos del sol iluminar la escena y conferirle un aura espiritual de la cual está llena.
Santa Teresa tendrá en gran parte de su vida la gracia particular del éxtasis a que el cuerpo, como confiesa Santa Teresa en su autobiografía, no puede oponerse. Estos dones particulares que el Señor hace a determinadas almas deben ser un medio para elevar más la mirada al cielo. Contemplemos toda la dulzura del encuentro con el Esposo y también nosotros deseemos ardientemente vivir totalmente a Su servicio. No pensemos en nuestras debilidades o en nuestros lìmites pero, como sostiene Santa Teresa, “pensemos en grande y de ahí vendrá nuestro bien”. Anhelemos pues la santidad y el Dios de toda bondad saciará en medida aún más abundante todos los deseos de nuestro corazón.