El jubileo extraordinario de la misericordia dirigido por Papa Francisco terminará ahora el próximo 20 de noviembre que este año coincide también con la Solemnidad de Cristo Rey que concluye el año litúrgico. La contemplación de la soberanía de Cristo se refiere a meditar la venida final del señor que, como juez justo, juzgará a los hombres. Para meditar mejor la segunda venida de Jesús, una venida de la gloria, nos referimos al Cristo juez del Juicio Final de Miguel Ángel.
Este Jesús poderoso, en la zona medio- alta del fresco de Miguel Ángel expresa, también físicamente, su potencia y su soberanía. ÉL es el señor del tiempo y de la historia. El propio Vasari califica este fresco “terrible” en referencia al poder expresivo creado por Miguel Ángel en el sentido del Cristo, Juez Omnipotente, el cual aparece rodeado por la multitud de los santos.
Es necesario poner mucha atención al modo en el cual Miguel Ángel pintó a Cristo para comprender que el intento del autor no era aquel de infundir terror, sino el de trasmitir la esperanza cristiana.
Cuando miramos el rostro de Cristo de hecho, podemos notar cierta similitud con la del Buen Pastor. Después todavía, regresando nuestra atención sobre el cuerpo de Jesús vemos que no es un cuerpo perfecto como el de una estatua, pero es un cuerpo que ha vivido y que todavía lleva en él signos de dolor sufrido. Sin embargo, se dice que Miguel Ángel modeló el cuerpo de Cristo en el del Torso de Belvere que se cree representa al dios griego Ajax que se suicidó después de haber cometido un acto abominable. El cuerpo de Cristo es aquel sólo y único cuerpo que se hace cargo del pecado del mundo para redimir a toda la humanidad. Las manos, el costado y los pies de Jesús portan los signos de su pasión que subraya el sufrimiento que ha padecido por la salvación de la humanidad.
El Cristo que vemos en el Juicio Final no es otro entonces que el Cristo Misericordioso, el Buen Pastor. El que deja todo para buscar a sus ovejas y que quiere de reunirse con ellos de nuevo al final del plan de la misericordia de Dios.
Para reafirmar el hecho de que el juicio es un juicio de misericordia, debemos poner atención al modo en el cual está pintado el costado de Jesús. Mientras este último, de hecho, levanta su mano en señal de juicio, con la izquierda indica la herida del costado.
Esta es la herida de la cual surgió “sangre y agua”. En otras palabras, está mostrando de donde surgió su misericordia por la humanidad. Indicando su costado, Cristo recuerda su misericordia.
Hagamos ahora un salto en el tiempo recordando lo que dice Nuestro Señor a Santa Faustina Kowalska: “antes de venir como juez justo, vengo como Rey de Misericordia”. Si comparamos la imagen del Cristo de la Misericordia con aquella del Juicio Final la semejanza es clara. Esta semejanza nos ayuda a crecer en el conocimiento que el Señor de la misericordia esta siempre con nosotros y que no nos invita a un terrible final pero en un encuentro de amor, aquel verdadero, el encuentro con amor infinito.