El Evangelio según San Marcos (Mc 16,1-8) dice, pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes y en la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús, las mujeres decían etre ellas: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero al mirar, vieron que la piedra había sido movida; era una piedra muy grande, al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con una túnica blanca. La pocision en la cual se encuentra, expresa autoridad. El hecho que se encuentre al lado derecho indica que esta por comunicar una buena noticia.
Las mujeres se asustan con la celestial aparición, pero el Ángel les dice: “No teman”, se trata de una expresión típica de las “Epifanías” del Antiguo y Nuevo Testamento y tiene el propósito de preparar a la persona que la recibe a escuchar el mensaje celestial sin miedo: “Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto”. El verbo que expresa la resurrección está en pasivo, porque la acción de la Resurrección es obra de Dios. Jesús como resucitado, mantiene las dos atribuciónes de Crucificado y de Nazareno, de este modo San Marcos enlaza la Resurrección de Jesús a la vida precedente y sobre todo a su pasión y muerte, de la cual Dios lo libró, desatando los lazos de la muerte y revistiendolo de gloria y de honor (cf. Eb 2,9).
El Ángel, después, envía a las mujeres como primeras mensajeras de la Resurrección a los discípulos y en particular a Pedro: “Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que Él los precede en Galilea; allí lo verán, como Él se lo había dicho” (v. 7).
El verbo “preceder”, en griego, es “proaghei” que significa, ‘reunir’ y ‘guiar’. De este modo el versiculo 7, “los precede en Galilea”, sería mejor traducirlo como, “los reune en Galilea”. El versículo 7 nos dice Mc 14,27, donde Jesús citándo a Zc 13,7, dice a sus discípulos: “Todos quedaran asombrados, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”. Ahora, después de su Resurrección, Jesús reune de nuevo a sus discípulos para confirmarlos en la fe en Èl, del cual se convertirán en testigos en todo el mundo, iniciando por Galilea.
La Galilea, por lo tanto, es la región privilegiada de la predicación de Jesús y ahora se convierte en un preludio de la misión de la Iglesia hacia el pueblo.
San Marcos, concluye la narración de la Resurrección con la reacción de las mujeres:; Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. Y esta es la reacción de la humanidad de frente al hecho de la Resurrección, evento totalmente grande que trasciende cualquier esperanza humana.
San Marcos cierra el evangelio con la imagen del sepulcro vacío, porque el concepto es tan fuerte que por si mismo transporta a la Resurrección.
Al respecto, afirma el Catecismo de la Iglesia Catolica, en el No. 640: En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo. (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23), después de Pedro (cf. Lc 24, 12). “El discípulo que Jesús amaba” (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir “las vendas en el suelo”(Jn 20, 6) “vio y creyó” (Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío (cf. Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44).
El sepulcro vacío, de cualquier forma sigue siendo una suposición indispensble para la fe en la Resurrección.
“La historia entonces no termina en el sepulcro, si no que inicia en el sepulcro… el viérnes santo no es la última palabra: la última palabra es la Pascua, el triunfo de la vida, la victoria del Bien sobre el mal” (Via crucis de S. Em. Cardenal Angelo Comastri, Colosseo 2006).
Cristo ha resucitado, está vivo y camina entre nosotros. Las señales de la Resurrección testimonian la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la misericordia sobre la venganza. (Mensaje “Urbi et Orbi” Benedicto XVI – Pascua 2012)