Madre Prisca, 1922 - 1998, ha entrado en esta historia en silencio, ha sido la primera mujer en seguir y en acoger el tesoro de la Virgen de la Revelación y, progresivamente, en su vida simple de cada día, se ha donado por completo.
Concetta Mormina, en religión Madre Prisca nació en Scicli (Ragusa) el 18 de abril de 1922 y el 1° de junio de 1998 muere en Roma. Vivió en Bengasi África hasta la edad de 18 años. En el 1941 regresa a Italia como prófuga y se establece con su mamá en su comunidad de origen, su único hermano, en cambio, va a buscar suerte en Argentina. En Scicli recibe el encargo de la acción Católica de ocuparse de la asociación de ciegos (1946-1948), misión a la que ella se dedicó en alma y cuerpo, animada por un intenso y profunfo celo apostólico.
En el 1948, con ocasión del encuentro de la acción católica femenina con Su Santidad Papa Pio XII de venerada memoria, viaja a Roma y es así conoce la devoción a la Virgen de la Revlación, en la región de las Tres Fuentes. Íntimamente atraída por este hecho, decide trasladarse a Roma con su mamá (su papá había murto a causa de tumor), incluso viviendo en condiciones muy incómodas. Para mantenerse, trabajó en una lavandería administrada por un grupo de religiosas seglares. Fue el primer núcleo del Movimiento Pro Sanctitate, fundado por Mons. Guillermo Giaquinta, quien se convertirá en su confesor y guía espiritual.
En el 1954 funda junto Bruno Cornacchiola, una asociación catequística de la cual será presidente hasta al final de su vida.
Las dificultades del principio, la desaniman, pero el encuentro con quien será San Juan Calabria en el agosto de 1954, se volverá en la motivación de seguir adelante para no detenerse más.
Madre Prisca fue una mujer simple, humilde, devota y, sobre todo, materna, caracterizada por un profundo amor por la Eucaristía, por la Virgen María, hacia la Palabra de Dios, por el Sacerdocio de Cristo presente en el Sacerdocio ministerial, y de una intensa vida de oración. En particular, el amor por María y el deseo de imitarla le han caracterizado toda su vida, que ha sido una constante "custodiar y meditar" la Palabra de Dios.
Consciente de su escasa educación, quiso llamarse "la burra del Señor", haciendo referencia a la burra del profeta Balaán, amaba el apostolado y desarrolló su misión en todo lugar que se encontrara; Motivada por las palabras de Jesús: "Si tú conocieras el don de Dios…”, (Jn 4,10), ha gastado todas sus energías, sin escatimar nada, con una ansiedad misionera en continuo crecimiento y maduración cada vez más profundos, sientiendo el deseo de un proyecto de vida consagrada tal como lo entiende el Santa Madre Iglesia.
¡Después de su muerte piadosa su proyecto se convierte en una realidad! Y sobre el surco trazado, sus primeras Hemanas ahora son la semilla de las Misioneras de la Divina Revelacion. Con su maravilloso ejemplo de onacion y amor por todos, ha sido y sera siempre para nosotros una guia segura para conducir a las almas hacia el amor por la Iglesia Catolica.
"Custodien y guarden en el corazón, como ha hecho la Virgen María, todo lo que la Iglesia nos ha enseñado y nos enseña. Es con María, Madre de la Iglesia, que lograras cada emprendimiento"
Madre Prisca