Pedro de Cristóforo Vannucci, mejor conocido como Pedro Perugino (1450-1523) era un pintor del alto Renacimiento que realizó los excepcionales frescos de la “Entrega de las Llaves” (1481-82) en la Capilla Sixtina, en Roma.
La obra es parte de un ciclo de frescos que decoran la Sixtina. Los frescos realizados en las paredes laterales de la Capilla narran la historia de la salvación a través de los eventos del Antiguo Testamento relativos a la vida de Moisés y aquellos del Nuevo Testamento que narran la vida de Cristo.
“La entrega de las llaves” representa el momento en que Cristo está fundando la Iglesia sobre la roca de Pedro como nos dice el Evangelio de Mateo (Mt 16, 17-23).
En el primer plano, Cristo entrega las llaves a Pedro que está rodeado por los otros Apóstoles. Las llaves, una dorada y la otra plateada, representan el poder divino y el temporal y nos recuerdan el poder de Pedro de “atar y desatar” (Mt 16). Mirando con mayor atención la obra, nos damos cuenta que la llave dorada está señalando a Cristo. Esto nos recuerda, aunque los medios parecen no percibirlo, que es Cristo, a través del poder del Espíritu Santo, que guía a la Iglesia.
Regresando a la figura de Pedro representada en el perugino lo encontramos arrodillado a los pies de Jesús aceptando este grave encargo de su Señor.
Pedro, arrodillado delante de Cristo, nos recuerda que el Santo Padre es aquello que el Papa Gregorio Magno definía “el siervo de los siervos de Dios”. Esto nos ayuda a tener presente que el Santo Padre es el Vicario de Cristo llamado a servirlo guiando a Su grey hasta el retorno triunfante de Jesús.
Detrás de la imagen de Pedro vemos a san Juan que se encuentra en un acto de oración. Ésta es la actitud de la Iglesia que, en este tiempo, permanece en continua oración pidiendo al Señor que nos conceda el Papa que Él quiere. Oramos sobretodo, que el Espíritu Santo descienda sobre los Cardenales e ilumine sus mentes a fin que puedan ser dóciles a la voluntad de Dios por la Iglesia.
La unión jamás rota con Cristo
Los miembros de la corte del Papa Sixto IV forman el grupo de los Apóstoles que portan hábitos típicos del siglo XV. Este detalle nos recuerda que la tarea que Cristo ha encomendado a Pedro permanece y permanecerá tal cual, también para todos los sucesores llamados en el tiempo a guiar la grey de Dios.