En esta meditación del mes de mayo, queremos regalarnos las bellísimas palabras pronunciadas por el Papa Francisco en el discurso dado en Santa María la Mayor el 4 de mayo de 2013. El Santo Padre nos recuerda cómo la Virgen María nos custodia y nos ayuda a crecer.
Ella es modelo de cada madre, incluyendo también de las madres espirituales, y ellas son requeridas para mirarla a Ella, para poder explicar en la mejor de las formas el amor hacia un hijo. No se trata de amarlo y darle todo, como dice el Papa, sino de amarlo por aquello que es y en vista de aquel gran proyecto que el Señor tiene para él, sin infiltrar los límites egoístas a esto. No se ama al propio hijo como una propiedad de la cual nunca se desprenderá, no, se ama verdaderamente al propio hijo en virtud del diseño que Dios ha pensado para él y para su felicidad eterna.
Es por eso importante que los hijos crezcan siempre más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de comprometerse en la vida, de tender a grandes ideales.
Agrega el Santo Padre Francisco, que hacer crecer a estos hijos implica también hacer que ellos afronten aquellos problemas implícitos de la naturaleza de cada ser humano. Será así que, gradualmente, irán enfrentando los problemas que deberán resolver, aprenderán a ser responsables y a transformarse en hombres y mujeres capaces de ponerse en la jugada. Es más que nunca necesario dejar que los hijos, hasta cierto punto, cometan errores. No tengamos miedo de nuestros errores. No debemos crear hombres que no fallen nunca. No debemos ser tan perfeccionistas que continuamente nos agredamos a nosotros mismos. No. El Señor es quizá el único que nos da la posibilidad de errar y que, como Padre, nos ayuda a crecer de frente a nuestros yerros.
El Papa nos exhorta aún a ver a María como la madre que ayuda a tomar decisiones definitivas, como aquél suyo FIAT que ha cambiando la historia de la humanidad entera. Dice a tal punto el Santo Padre: “¡No tengamos miedo de los compromisos definitivos, de los compromisos que involucran e interesan toda la vida! ¡De esta forma la vida será fecunda! Y esto es la verdadera libertad: tener el coraje de tomar estas decisiones con grandeza”.
Concluyamos con las palabras del Papa Francisco que nos dice: “Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida”. He aquí el sentido profundo de nuestra vida, el amor. En este mes de mayo, pidamos a Ella, madre de las madres, madre de los pastores, madre de los educadores y madre nuestra, vivir nuestra vida con aquellos grandes ideales para los cuales nuestro corazón fue hecho; de amar nuestra vida y de respetarla porque sólo así podremos llamarnos, a pesar de nuestros límites, auténticos discípulos de Su Hijo.