El mes de octubre está dedicado de manera especial al Santo Rosario. Esta antigua tradición se remonta a la disposición de San Pío V que quería dedicar una fiesta a Nuestra Señora del Santo Rosario después de la victoria reportada en Lepanto contra la flota turca, el 7 de octubre de 1571.
El Papa Francisco, consciente del gran poder del Santo Rosario, invita a todos los fieles de todo el mundo a recitar “la dulce cadena que reúne el cielo con la tierra”, para el mes de octubre, según el comunicado de la oficina de prensa del Vaticano:
“El Pontífice pide que todos los católicos y todos los fieles, recemos de manera intensa y especialmente cada día del mes de octubre, el Santo Rosario, para que la Virgen María, “quien siempre estuvo a los pies de la cruz de Jesús y no se dejó vencer por el miedo”, ayude a la Iglesia en estos momentos de dolorosa dificultad; a la vez que invocamos el poder del Arcángel San Miguel, “jefe de los ejércitos celestes y protector de la Iglesia” (Apocalipsis 12, 7-9); para que la defienda de los ataques y trampas del maligno.
Y así, el Papa nos invita al final del Rosario, a concluir recitando una de las invocaciones más antiguas a la Santa Madre de Dios; el “Sub Tuum Praesidium”
Sub tuum praesídium confúgimus, sancta Dei Génetrix; nostras deprecatiónes ne despícias in necessitátibus, sed a perículis cunctis líbera nos semper, Virgo gloriósa et benedícta. |
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita. |
junto con la oración tradicional a San Miguel escrita por León XIII:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén. |