El 1° de abril, celebraremos el cuarto de los primeros sábados en reparación por las ofensas contra el Corazón Inmaculado de María. En la meditación de este mes, ofreceremos nuestra reparación por todos aquellos que públicamente infunden en el corazón de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio contra el Corazón Inmaculado de María. Este comportamiento lastima el corazón de la Virgen, porque ella ve rechazado su cuidado maternal por la salvación de sus almas. Estas personas creen que en honrar a María Santísima es idolatría, porque tal veneración se debe sólo a Dios. Santo Tomás de Aquino nos recuerda se da honor a la madre del Rey por respeto al Rey mismo. Este es el caso de María. En Fátima, la Virgen pide la oración por estos pobres pecadores en vista de su conversión. Si la balanza se inclina hacia la indiferencia y el desprecio del Corazón Inmaculado de María, nosotros, a través de la reparación, tenemos que compensar con honrarlo y lo celebrarlo.
“…Todas las generaciones me llamarán feliz. Grandes cosas ha hecho en mi el Todopoderoso y Santo es su nombre” (Lc 1,48 a 49)
¡La gran profecía de María es verdadera! Desde los albores del Cristianismo todos los fieles han honrado a la Virgen Santísima. Esta es una tradición ininterrumpida de la Iglesia que nace desde el momento en que San Juan, a los pie de la Cruz, llevó consigo a María (cf. Jn 19,27). Entendemos su importancia en la Iglesia primitiva también por su presencia entre los Apóstoles reunidos en oración en espera de Pentecostés. Todas las noches en la oración de las Vísperas, la Iglesia canta el Magnificat de María para dar gloria al Señor. Ella es la única que puede enseñar un verdadero canto de alabanza. En el Magnificat de hecho, María dice que el motivo por el cual será honrada por todas las generaciones, “grandes cosas ha hecho en mí el Todopoderoso” (cfr. Lc 1,48), la ha elegido para ser la Madre del Omnipotente. ¡La grandeza de María, por sus propias palabras, se encuentra en su Hijo! Ella es la humilde sierva del Señor que sólo quiere magnificar al Señor, o, en otras palabras, narrar su grandeza.
Sor Lucía de Fátima explica que nuestro Señor quiere establecer la devoción al Corazón Inmaculado de María, lo que “significa llevar a las personas a una plena consagración de conversión, donación, íntima estima, veneración y amor… Todos sabemos lo que representa en una familia el corazón de la mamá: es el amor… Todos los hijos confían en el corazón de la mamá, y todo el mundo sabe que tiene en ella un lugar de íntima predilección. Lo mismo ocurre con la Virgen María… El corazón de María es, pues, para todos sus hijos el refugio y el camino hacia Dios” (Sor Lucía Las Apelaciones del Mensaje de Fátima).
San Luis María Grignon de Montfort dice “¡Di María nunca se sabe lo suficiente!” En este mes propongámonos de reparar las ofensas al Corazón Inmaculado de María en honrándola y amándola con “íntima estimación, veneración y amor.”
Reparamos por aquellos que:
– Son indiferentes a la Virgen María.
– Infunden desprecio u odio en el corazón de los niños hacia la Virgen María,
– Odian a María y incitan a otros a hacer lo mismo
Oración
Santísima Virgen Inmaculada y Madre mía María, tú que eres la Madre de mi Señor,
la reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, recurro yo, que soy el más miserable de todos.
Te agradezco por todas las gracias que me has hecho hasta ahora, especialmente por haberme salvado del infierno que tantas veces he merecido. Yo te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo te prometo quererte siempre servir y hacer lo que pueda, para que seas también amada por los demás.
Pongo en ti todas mis esperanzas, toda mi salvación; acéptame para servirte y acógeme bajo tu manto, o Madre de Misericordia. Y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de todas las tentaciones; o dame la fuerza para vencerlas hasta la muerte. No me dejes hasta que me veas a salvo en el cielo para bendecirte y cantar tus misericordias por toda la eternidad. Amén.
(San Alfonso María de Ligorio)