Las promesas divinas son eternas
En la segunda mitad de 1600 en Francia se difundió la doctrina de Cornelio Giansenio (1585-1638), obispo de Ypres en el Fiandre. Su teología enseña que el Señor es un Dios que concede su gracia sólo a los elegidos, a los otros los abandonan para siempre porque la naturaleza humana fue completamente corrupta debido al pecado original, el hombre para tener una esperanza de salvación debe conducirse con una vida austera de continua oración y penitencia. Contra la difusión de tal herejía que ve a Dios como un patrón, juez exigente que impone al hombre pesados fardos, Jesús se vale de la ayuda de una simple religiosa de clausura del convento de la Visitación de Paray-le-Monial en París, Santa Margarita María Alacoque (1647-1690).
Desde pequeña, Margarita se siente atraída por las cosas del cielo, pertenece a una familia noble, pierde a su padre, regio notario y abogado, a los ocho años. La pequeña y su madre viven bajo la tiranía de un tío paterno que ha tomado la administración de los bienes del hermano difunto. La madre y los parientes querían que Margarita se casara con un buen partido para mitigar la situación económica de la familia y, por lo tanto, obstaculizan la vocación religiosa de Margarita, que después de muchos sufrimientos, a los 24 años alcanzará a entrar al monasterio de Paray-Le-Monial.
En el monasterio, Jesús se le aparece y le confía la tarea de dar a conocer Su “Corazón que ama tanto a los hombres”; las hermanas la consideran una vidente pero ella no pierde el ánimo y gracias al apoyo de su padre espiritual, el jesuita Claude de la Colombiére, se difunde la Gran Promesa de Jesús: “ Yo te prometo, en el exceso de misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá la gracia de la penitencia final a todos aquellos que comulguen el primer viernes de cada mes, por nueves meses seguidos. Éstos no morirán en desgracia, ni sin haber recibido los Santos Sacramentos, y en esos últimos momentos mi Corazón les dará un asilo seguro”.
He aquí las cosas que promete Jesús a Santa María Margarita para todos aquellos que confiarían en su Sacratísimo Corazón y comulgarán por los primeros nueve viernes de cada mes en modo consecutivo:
1. A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
2. Daré la paz a las familias.
3. Las consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte.
5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
7. Las almas tibias se harán fervorosas.
8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección
9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos
11. Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
La confirmación de que esta promesa es eterna y segura, el 12 de abril de 1947, en Roma, la Virgen de la Divina Revelación, apareciendo al protestante Bruno Cornacchiola afirma: “[…] Los nueve primeros viernes al Sagrado Corazón de Jesús, promesa divina, te han salvado”. De hecho la esposa de Bruno, antes de abrazar la religión protestante, le pidió cumplir la práctica de los Nueve Primeros Meses del mes. Siendo muy devota al Sagrado Corazón de Jesús, tenía confianza en esta promesa para hacer desistir al marido del rechazo a la fe Católica. Inmediatamente después la piadosa práctica no produce el milagro deseado y la familia se ve obligada a entrar al protestantismo, pero la promesa fue mantenida contra toda expectativa con la intervención materna de la Virgen de la Revelación. Tal promesa ha custodiado a Bruno en cada instante de su vida que se apagará el 22 de junio de 2001 en el día dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.
En este mes de junio dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, les deseamos encontrar en Él paz y consuelo: “Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso para sus almas” (Mt 11, 29).
In questo mese di giugno dedicato al Sacro Cuore di Gesù, vi auguriamo di trovare in Lui pace e ristoro: “Prendete il mio giogo sopra di voi e imparate da me, che sono mite e umile di cuore, e troverete ristoro per le vostre anime” (Mt 11, 29).
Dios nos bendiga
Y la Virgen nos proteja
Misioneras de la Divina Revelación