El 12 de abril de 1947, en una gruta, siempre en las Tres Fuentes, la Madre de Dios se presentó a un protestante con el titulo de Virgen de la Revelación y convierte al cristianismo a este hombre violento y anticlerical, con las mismas palabras con las cuales Jesús se reveló a San Pablo en la via de Damasco: “Tu me persigues, ahora basta…”.